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viernes, 4 de septiembre de 2015

Un niño muerto. ¿Un símbolo?

Bandera de Siria

Llevo meses documentándome. Llevo meses leyendo sobre la barbarie en Siria, en Mosul. Mirando vídeos que me han hecho levantar de  la silla y romper a llorar, exclamar alguna que otra palabrota y huir. Sólo que yo huía dentro de una casa. No en el mejor barrio, no con unas condiciones económicas buenas, ni tan siquiera con una salud al cien por cien. 

Pero a mí nadie me esperaba para acabar con mi vida o destrozar las de mi entorno más cercano.

Imparto un curso que está a punto de finalizar sobre la yihad, sobre el EI, ISIS o DAESH, le pueden poner el nombre que prefieran.

Mientras leía cómo niñas y jóvenes (sobre todo yizadíes) eran vendidas como esclavas sexuales y sus madres lloraban, lloraba con ellas. Sentía su impotencia, su rabia, el dolor por ver cómo el ser humano ha de soportar semejante trato. Vil. 

La gran mayoría se suicidaba y pedían ayuda. Pedían auxilio desde vídeos grabados por diversos medios de comunicación a través de Internet. Pero al prender la televisión ¿qué me encontraba? La nada.


En ocasiones, leía la prensa nacional, ponía algún informativo y qué veían mis ojos: noticias dadas como telegramas, con imágenes estúpidas de algún estúpido haciendo estupideces en Youtube, como si en vez de ser adultos los que pretendemos informarnos, fuéramos niños que ya no saben vivir en una sociedad sin ocio, aunque sea en un informativo. 

El consabido "happy end" tan conocido en la jerga televisiva. Dejemos a los espectadores con un buen sabor de boca o con una buena sobredosis de deporte.

Gervasio Sánchez

Ayer escuché a Gervasio Sánchez que ante el horror de mucha gente al ver la imagen de esa criatura muerta en la playa se preguntaba: ¿Pero qué se creía el mundo que es la guerra? ¿Una imagen cruda? ¡Imágenes crudas son las que no he publicado!

Llevo meses leyendo, indignándome, dando gracias por haber nacido en este país, y a la vez, con la pregunta que me acechaba todos los días: ¿Por qué no hacen nada? 

Lo sé, Estados Unidos es el 'culpable', Europa no puede hacerse cargo de algo que no le incumbe (¿y los atentados perpetrados en Francia?) Bendita Europa que no se une más que para todo lo que conlleve dinero y reuniones "urgentes" para dentro de dos semanas.

Comparto las palabras de Gervasio Sánchez porque él es un obrero del periodismo, no un acomodado escritor que corta y pega dolor y datos ahora, cuando han visto esos camiones repletos de gente como tú y como yo, él sí sabe de qué va esto. Y va de un conflicto del que se han informado poco y mal la gran mayoría de los que hoy lloran la muerte de ese pequeño y se dan golpes de pecho, a través de artículos muy sentidos.


Ese pequeño ahogado en la playa no es un símbolo, es la representación de que su dolor y sufrimiento nos llega tarde (el de él y el de otros niños y adultos) en una sociedad donde se mezclan en los diarios digitales, la última ocurrencia de un famoso en Twitter junto a un desahucio o ejecuciones masivas en Siria.

Lo que me faltaba por leer hoy, era a una ¿periodista? a la que no conozco jactarse de ser TT en Twitter. ¿Estará satisfecha? ¿Creerá que puede ir a la cama hoy pensando "misión cumplida"? ¿Dónde estaba hace un año? ¿Dónde estaba su indignación? ¿Con qué derecho echa una reprimenda al mundo? ¡El mundo le ha dado la espalda al sufrimiento de estas personas!



Uno de mis alumnos tenía razón, "a la gente no le interesan este tipo de noticias. En las cadenas como Tele 5, Antena 3, etcétera, sólo informan por encima, al menos durante este último año"

Como le dije ayer: tengo la sensación de que nosotros estamos más sensibilizados que el resto. Y todos tenemos problemas: desempleo, trabajos mal pagados, familiares enfermos... pero nos queda algo por lo que sentirnos orgullosos: la empatía.

Uno de los pocos reportajes valientes que vi fue uno elaborado en Madrid, donde un periodista se fue a Ceuta y tuvo las agallas de hacer periodismo del bueno. Ir al lugar de los hechos y preguntar: ¿Aquí hay yihadistas? No sé si yo lo hubiera hecho. 

Me indigna que los sesudos ahora escriban líneas, editoriales, artículos de opinión donde parece que su asombro y su manera de ofenderse es mayor que la tuya o la mía. Disculpe, usted escribe. Usted tiene un altavoz que los demás no tenemos: un diario con muchos seguidores, un programa con millones de espectadores, ¿por qué no ha hablado antes?

Más de un año llevan los refugiados kurdos, chiíes malviviendo en unas condiciones infrahumanas. Más de un año lleva el EI, ISIS o DAESH elaborando una propaganda tan peligrosa a la que hemos hecho oídos sordos. 

Ahora vienen las conspiraciones, las tertulias donde las cabezas mejor amuebladas de este país lanzarán sus sentencias sobre el tema, al igual que la semana que viene hablarán sobre la Pantoja.



Que ningún periodista, escritor u opinador profesional me venga esta semana a echarme una reprimenda por no recordar que nosotros también hemos sido refugiados. Lo sé. Lo sabemos. 

Mi enhorabuena a todo el que se ha desplazado al lugar, a los que han elaborado reportajes de quitarse el sombrero. A los medios de comunicación fuera de España que han informado no sólo de los atentados cometidos en Europa sino de la pesadilla que estaban viviendo esas personas, que de un día a otro vieron que sus vidas jamás volverían a ser las mismas. 

Perdonen que hoy no sonría porque un cocinero ha puesto por error su número de teléfono en Twitter. Ni que tampoco aplauda ni vea ninguna de las tertulias que seguro tienen preparadas para este fin de semana, donde ese pequeño será, sin él quererlo, el protagonista, el símbolo de una locura de muerte y destrucción desde 2014 o 'quizás' antes.


Joana Sánchez González

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