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viernes, 29 de abril de 2016

Ni de física ni de química


Sé muy poco de física. Pero me interesa. Quizás debería mencionar alguna teoría para adornar este comienzo. Sin embargo, prefiero insertar este vídeo de The Big Bang Theory. O mencionar a Brian May el guitarrista de Queen que entregó su tesis 36 años después de finalizar sus estudios. 

Supongo que me gusta fusionar el lado creativo de la vida con componentes particulares.

Brian May ahora colabora con la NASA. Uno de los protagonistas de TBBT también ha trabajado con ellos. Esa idea de explorar y estudiar el universo me seduce. Tengo en mi poder, una postal con los miembros del Apolo 11, Neil A. Armstrong, Michael Collins y Edwing E. Aldrin, Jr. 

Me la regaló un loco del espacio, la física, la electricidad, un loco por todo. Con él hubo química. Porque por más que nos empeñemos en querer cambiar nuestros gustos, somos seres complejos/ básicos, que han podido llegar a la Luna y cada día estar más cerca de Marte, pero a la vez, repetimos patrones de conducta cada milésima de segundo.

Si te gustan los hombres inquietos intelectualmente hablando... ya no te atraerán de otro tipo.

BRIAN MAY
El cerebro es sexy. No sé dónde leí esta gran frase. 

El éxito de The Big Bang Theory reside en los gags tan agudos que crean los guionistas temporada tras temporada. Un grupo de sabios junto a una chica normal tratan de sobrevivir en este mundo complejo. No destacan por su atractivo físico pero sí por sus atractivos cerebros, aunque respecto a habilidades sociales todos estén suspensos.

Los iguales se atraen entre ellos.

Yo soy rara desde niña. Creo que me habrán dicho 'rara' un millón de veces. Ser rara no va de la mano de ser lista o inteligente, pero sí de salirse de la norma. Y los raros me gustan.

¿Qué es un raro? Un Sheldon, un Brian May... Cualquier ser humano que esté interesado por algo más que la programación de la televisión, enganchado a Internet, al móvil, o sólo viva para ver jugar a su equipo de fútbol. 

Que sea curioso y tenga como aficiones conocer la vida al dedillo de Nikola Tesla, construir una radio, captar emisoras... o cualquier actividad que conlleve el uso de su cerebro, el cual ya sabemos que es sexy.

Chris Hemsworth
El otro día acompañé al cine a una amiga porque había sido su cumpleaños. Vimos una película que le agradó a ella. El protagonista era Chris Hemsworth, del que no sabía absolutamente nada. Sólo que se casó con Elsa Pataky. Ante la pregunta: ¿No te gusta este tío?, tuve que decir la verdad y nada más que la verdad: NO. Mide 1'90, bien. Tiene muchos músculos. Mejor para él. Ojos azules..., la verdad es que apenas se le ven.

La cuestión aquí fue su reacción: "Este hombre gusta a todas las mujeres" 

A todas, menos a mí. La probabilidad de que yo le gustase a él es la misma, así que empate. Tengo una teoría y no es la de las cuerdas. Si eres muy atractivo, invertirás tiempo en seguir siéndolo. Y todo lo que rodea a esas actividades, me cansa. Me ha pasado en otras ocasiones, hombres empeñados en que debían atraerme otros porque un número elevado de féminas les considera atractivos. 

Decía una canción de Alaska: 

"Hagamos algo, superficial y vulgar, algo tonto, que hayamos hecho ya"

Porque estar al lado de una persona inteligente también puede agotar, sobre todo si tu cociente no está al mismo nivel; de vez en cuando, apetece hacer junto a ese cerebro adorable actividades menos elevadas como ver un programa de un vidente (por ejemplo) para reír sin parar. Oír chistes malos o inventarlos. Tonterías que sólo una persona sabia puede hacer sin miedo a parecer ridículo.

NEIL ARMSTRONG. MICHAEL COLLINS. EDWIN E. ALDRIN

Los hombres con gafas, sin ellas, altos o bajos, con una conversación que abarque cualquier tema pero que lo expliquen o vivan con pasión, pueden derretir a la mujer más atractiva del planeta. Basta con que ella esté un 80 % interesada en el tema. Me acabo de inventar ese porcentaje pero las matemáticas no son lo mío.

No es ningún camelo. Cuando una mujer dice: Me gustan los hombres inteligentes se está refiriendo a que no le importa si no es capaz de darle un masaje (y ella sí) si por el contrario él es capaz de contar una anécdota sobre Historia de la que jamás oyó hablar. 

Eso sí, acompañada de un tono de voz calmado, acariciando cada palabra, acompañando con las manos como si dirigiera una orquesta, al resaltar un término, un concepto... A eso le llamo masaje verbal. Con la voz se llega a la piel.

Mujeres raras hay más de las que imaginamos. A unas les excitan los músculos de un hombre, que en principio debiera ser lo normal nuestro cerebro reptiliano lo suscribe ¿verdad? y a otras, más raras todavía, les atraen hasta el infinito esos tipos con los que se puede llegar al clímax a través de una conversación.

Existen, como las personas que ven los documentales de La 2. Ellos y ellas.

Joana Sánchez



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