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domingo, 13 de septiembre de 2015

De jueves de dolores y domingos de resurrección.


Vuelvo a sacar el humor de la chistera. Y lo hago para reírme de mi persona. Y tal vez de la tuya. ¿No os parece que cuando estamos enfermos nos volvemos invisibles? No digo que esas buenas personas que nos rodean no nos pregunten cómo estamos o si necesitamos cualquier cosa, sino por voluntad propia.

Creo que a nadie le gusta que le vean cómo se arrastra en vez de caminar. O cómo nos hinchamos a tomar remedios naturales cada quince minutos para acelerar la recuperación. "Tengo que estar bien este sábado" "Necesito salir al menos un par de horas" "Asomar la cabeza por la ventana". Pero los milagros no existen.

Añoras a tu ex

Para colmo se añade la nostalgia. Cuando estamos enfermos no sólo bajan nuestras defensas, también en el plano emocional bajamos al entresuelo. Es como ir en un ascensor sentada y tocar al piso más cercano: el sótano.

Llegas allí y te encuentras con la nostalgia. Piensas en tu ex. ¡Le querías tanto! ¡Él te quería tanto! No es que te curara con su mirada cuando estabas pachucha, pero... oh dios cómo reconfortaban sus palabras dulces, o alguna visita aunque tú tuvieras el aspecto de la niña del exorcista o peor aún.

Pero te recompones y con pelos de loca, dolores por todo el cuerpo, y ganas de salir del pozo de regocijo en el lamento, recuerdas:

1. Que no está
2. Que no te quiere
3. Que él igual estará dando un estupendo y merecido paseo por otra ciudad
4. Que no te llamaría ni aunque supiera que donde vives ha habido un terremoto, no por ser mala persona, sino por principios.

SUEÑOS DE UN SEDUCTOR.  1972. DIANE KEATON Y WOODY ALLEN


Y te levantas

¿No os afanáis en los cuidados? A veces, es un peligro. Por ejemplo, el calor es bueno. Sí, pero en su justa medida. Las mantitas eléctricas para proteger el cuello son muy buenas, pero si te adormilas (por tu estado) y posees una piel blanca como la porcelana como es mi caso, corres el riesgo de quemarte, doy fe.

La miel es buena. Y mezclada con agua tibia y limón, más. Ya... pero sin llegar a la locura. Con tres veces al día es suficiente. No cojas un kilo de limones y el tarro de la miel hasta agotar las existencias. Son remedios naturales, no mágicos.

No puedes ni tragar ni hablar. Mejor. En los dos casos. No comerás cosas que no debes y crees merecer por encontrarte mal, y no dirás estupideces a los que te rodean. Igual se escapa un: "eres una gran persona" con un tono teatral si un amigo te llama dejándolo supongo, satisfecho y a ti con un gran alivio por habérselo dicho. No está tan mal estar ídem.



Percepción errónea

Comienzas a pensar que todo el mundo es más feliz que tú. Eso debe ser producto de una ligera fiebre, en mi caso no sé si la he tenido porque no me la he tomado, ¡la vida es riesgo!

Tras ver tus películas favoritas pero en un estado lamentable, escuchas tu programa de radio preferido pero no te sabe igual. Te has acostumbrado a saborear las cosas rápido y estos días dispones de tiempo. Sientes que tienes empacho de positivismo y tú no estás bien. Te ríes pero no disfrutas, es extraño.

También descubres a José Mota en "La chispa de la vida" y piensas: este hombre cuando hace reír o es muy bueno o..., ¡pero es un pedazo de actor! Y te preguntas porqué no la habías visto antes.

Y luego piensas. Es lo único que te queda y lo que todos deberíamos practicar a menudo. En silencio. Externo e interno.



Miras al techo, el mío bastante feo, por cierto, pero ¡tengo un techo! Soy afortunada. Tengo limones para aliviar mi garganta. Y miel, un gigantesco tarro de miel para que mis anginas dejen de hacerme sufrir. Y una mantita eléctrica con más años que Tutankamón, pero funciona, no sólo alivia, tiene tanta potencia que puede llegar a quemar.

Tengo agua. Agua embotellada, puedo beber tres litros así, en un día. Y también agua caliente en el baño para darme una ducha que dicen que alivia los síntomas. Y comida, aunque mucha hambre no es que haya tenido. 

Y me quiero. Me he cuidado sola, me he mimado, me he arrastrado mientras hacías las tareas de la casa pálida como una dama de la época victoriana, pero lo he hecho. ¡Como siempre! Y en situaciones peores.

No creo que estos días hayan sido maravillosos para el resto, ni horribles. De hecho, sólo debemos centrarnos en los nuestros. 

"12... días sin ti, he conocido a una persona interesante: yo", escribió una escritora de la que no recuerdo el nombre.


GRAN INTERPRETACIÓN DE JOSÉ MOTA EN "LA CHISPA DE LA VIDA" 2011

Amor y mimos

El secreto está en querernos. Y sé que no todos los cerebros están preparados. La soledad no suele gustar. Ni el silencio. Ni la carencia de abrazos (bueno, en este estado es mejor que nadie te toque) 

Esa frase tan antigua como el sol: "Si yo no me quiero cómo voy a querer a otra persona" es cierta. Y poco original, ya lo sé. 

Estos días, exceptuando mi "viaje" en ascensor, he vuelto a mis orígenes. Uno se cura en soledad, se mima porque nadie mejor que una sabe lo que le gusta. Esto no es un alegato a la soledad, soy una persona sociable pero en su justa medida.



No he compartido mi malestar por las redes sociales en plan:

Día 1: me da vueltas la cabeza, mi cuerpo ha sido pisado por un camión pero yo no me he dado cuenta...

Pero, he vivido algo más auténtico, me he reconciliado con mi soledad. Cuando estamos algo enfermos, o muy enfermos, necesitamos cariño, por supuesto, pero si no hablamos de temas serios, no hay nada como salir del paso solos: sea una gripe, un dolor de espalda severo...

Ah y escribir tus "desgracias" en un blog puede terminar de ayudar, sobre todo si hoy te estás acordando de Isabel Coixet y no por su magnífico artículo sobre Cataluña sino por sus anuncios, ya me entendéis.


Joana Sánchez González

8 comentarios:

  1. Bravo, bravísimo...suelo decir que se crea mejor en la soledad o cuando se está solo.Un beso

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  2. Soy una sola Paco. Que se está reencontrando con una mujer de pelo rizado. No está mal. Me cae bien. Pero puede mejorar. Como todos.

    Un beso

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  3. Y además de auténtico tienes ese aroma de las comedias ácidas de pareja, de esas que pasean por Manhattan...

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    1. Hola Francisco y gracias. Es un piropazo el que me lanzas. Un día, un gran profesor que tuve: Carlos Llorca Baus DEP me dijo, ante un texto sobre Woody Allen, "o escribes muy bien o esto es un plagio". No plagié, al igual que nunca he estado en Manhattan... y mi excelente profesor que me motivaba para que escribiera murió. Un poco ácido todo pero cierto.

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  4. Se me olvidó antes Paco, para mí crear no es una cuestión de estar sola o acompañada. De hecho, no estando sola se me ocurrieron y me ocurrieron hechos extraordinarios. Fue una época creativa y de trabajo en equipo. Eso es ser justa.

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  5. Genial, Joana, se que escribes en clave de co ... de humor, pero salir más allá del ascensor es un vicio. Yo recuerdo que cuando me diagnosticaron mi querida DFEH, me dijeron en casa ... ¿qué haces aquí? ... me costó entrar, ahora, cuando salgo, hasta me gusta.

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  6. Enrique, eres la persona más optimista que conozco y aunque escriba en clave de coña, perdón de co... sabes que tras las bromas se esconden verdades disfrazadas ¡cómo no lo vas a saber! :) No hay nada como hablar con cariño como tú lo haces con tu querida DFEH y no convertirla en tu enemiga, sino en aliada. Tomar el ascensor, si se tiene je, y salir de él con la cabeza alta y pisando fuerte. Mañana toca excursión al hospital con mi padre, no sé si podré dormir de la emoción: ascensores arriba y abajo. No cambies Enrique.

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