Páginas

lunes, 11 de abril de 2016

Quiero decirte que te quiero


La primera vez que me pidieron matrimonio yo tenía 15 años. Mi futuro marido tenía 19 años y vivía en Elche. En un alarde de valentía, al saber que su primo no podría traerlo en coche cada sábado decidió que era la mejor solución. ¿Tierno? Sí. Pero en aquel momento me pareció una locura: "Soy una niña", fue mi respuesta. 

No hubo aspavientos, ni me llevé las manos a la boca con cara de haber tomado sobredosis de algodón de azúcar. 

Como todas las niñas a esa edad (porque cuando yo tenía 15 años éramos niñas) la sensatez venció al romanticismo y eso que yo pertenecía a la liga de las románticas.

¿Qué se puede esperar de alguien que creció viendo películas y series que estaban hechas para fomentar un mundo ideal que sólo existe en los platós? Menos mal que también vi  Pippi.

La segunda vez que oí hablar de algo llamado boda, fue con 19 años. Mi futuro marido era francés, un saludo si me está leyendo (era un buen tipo) Él era mayor que yo. Y mis amigas pensaban que era el tipo más romántico del mundo. Venía a esperarme con ramos de flores, llevaba trajes italianos y tenía una sonrisa encantadora. 

Creo que con 19 años hice todas las cosas que me correspondían con 30 pero qué aburrido es hacer lo que 'toca' cuando 'toca' ¿no? 



Mi perfecto francés resultó ser un emprendedor y sus negocios empezaron a ir mal. Eso a mí no me importaba, pero a él sí, y mucho. Así que eligió vivir bien fuera de nuestro país, y yo no me marché con él a un lugar que prefiero no decir. Sé que una amiga en concreto lo celebró porque de vez en cuando, apenada, me decía: "Te casarás con él y me dejarás sola..." Creo que está casada.

Y ahí se terminaron las propuestas. 

Nunca he pensado que fuera algo malo o raro, pero no recuerdo a nadie preguntándome: ¿Quieres casarte conmigo? después del romántico francés. De hecho, si lo pienso, recuerdo haberlo preguntado yo y que me dijeran: No, yo no soy de esos... ¿De una secta? No, de esos que no creen que un papel sea necesario para demostrar al mundo que dos personas se quieren.

Y como soy romántica a la par que comprensiva, lo acepté. Varias veces. Igual yo no era la elegida para dar ese paso. Porque dentro del club de los que dicen "sólo son unos papeles" existen algunos que al cabo de unos años tienen una revelación en forma de mujer, hijo y perro. Mis mejores deseos para ellos.

He visto amigas casarse, vivir con sus parejas, divorciarse, tener hijos, no tenerlos, encontrar a otra persona, seguir sola y sentirse bien o lo contrario. De todo. Por cierto, donde pone amigas podéis leer amigos también, no quiero entrar en polémicas sobre el lenguaje sexista.

Y llegamos a la cuestión clave: no haberte casado en la vida. Nada del otro mundo.Creo que lo importante reside en algo mucho más profundo que decir "sí quiero", se trata de poder volver a decir : TE QUIERO. 

Con 15 años o con 19 no tiene mérito pedir a alguien que se case contigo o decir que le amas. Lo valioso es hacerlo después de haber sufrido un desengaño de esos que te dejan tocado y hundido durante el resto de tu existencia.

Ser capaz de no ver la vida con un filtro negro y cual Pippi llena de ilusión y con una pizca de anarquía en el cuerpo, mirar a los ojos a alguien y soltarle un TE QUIERO que tiemble hasta el suelo que pisa.


Últimamente ejerzo de observadora en este campo, porque veo a hombres y mujeres válidos, unos Calzaslargas con todas las de la ley, tocados y tristes. A veces no es por la ausencia de un amor sino por el dolor que causa haber apostado por alguien con quien hacer locuras y que haya dicho adiós sin decir adiós. 

Y por mucha confianza que tengan, por mucho que amen su trabajo, carguen con problemas y consigan que los mires con admiración, te fastidia pensar que pudo haber en sus vidas un ser que no supo valorar su manera de contar chistes, cómo se ilusionan antes de ver una película o cómo se lo pasan bien tomando un té mientras dicen tonterías.

Algunas personas que dejan de querer a su pareja, deberían volver a verla al cabo de unos años... quizás peque de romántica, pero si para algo tan absurdo como estudiar una carrera te dan oportunidades para recuperar un examen suspendido, ¿por qué no existe esa oportunidad para dos personas que ahora serían unas perfectas desconocidas? 

El desamor o una ruptura, en ocasiones, hace que salga lo mejor de uno. Y nos convertimos en alguien no sé si mejor, pero sí diferente. Como si nos hubieran dado una patada en el cerebro y todo fuera más sencillo. Si yo soy capaz de ver que alguien brilla ¿por qué no lo haría alguien que lo amó?

Ojo, aquí nadie habla de violines, una mirada y chispas. Que también..., pero sería tremendo que el que no dijo adiós pudiera ver durante un instante a esa nueva persona. Y no hablo de cotillear en su Facebook.

¿Y conocer a otras personas?

No es justo que después de haber querido ser como Pippi ahora acabemos manteniendo conversaciones a través de teléfonos inteligentes para decir sólo tonterías acompañadas de diversos emoticonos. Hombres y mujeres hechos y derechos. (Carita roja con ojos enormes).

¡Con 15 años me pidieron que me casara! ¿Ahora envío cara sonriente junto a un "Te deseo un feliz día, (carita roja, carita roja)" ? O peor aún, me lo envían a mí.

Hay una frase creo que atribuida a Woody Allen que dice: 

"Las cosas no se dicen, se hacen, porque al hacerlas se dicen solas"
Tanto para superar una ruptura, o no superarla en la vida, sólo hay espacio para algo con sentido: volver a ser un crío, esa será la señal de que nos estamos curando. 

EL TE QUIERO, nos lo diremos a nosotros tres veces al día mientras nos miramos al espejo. ¿Duración del tratamiento? Toda la vida. El suelo ya temblará... y de bodas mejor ni hablar (carita que guiña un ojo).


Joana Sánchez

2 comentarios:

  1. Me ha parecido valiente y sincero, me ha encantado leerlo y disfrutarlo compartiendo muchos de tus pensamientos. Lo ideal es ser Pipi la gran mayoría del tiempo, pero los mecanismo de autodefensa se activan, y además, cada vez más con esta nueva forma de relacionarse tan efímera, donde puedes poner likes a un contacto en Facebook, pero ser incapaz de saludarlo cuando por azar te lo encuentras en persona, o como bien dices, mediante frases hechas y emoticones rellenar silencios y soledades sin realmente decir nada importante. Pienso que la vida es algo que ocurre fuera de las tecnologías, aunque son una estupenda herramienta para ensanchar nuestro mundo en la vida real. Gracias, gracias, gracias.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A todo el mundo no le gusta que sea tan sincera. Es como si temieran que la privacidad de los sentimientos debe estar blindada bajo siete candados, pero a mí, de vez en cuando me gusta escribir y relajarme sin hacer daño a nadie. Ser como Pipi es lo ideal como bien dices, porque ella representa la pureza, como deberíamos levantarnos todos por la mañana, sin nada que nos agobie o robe la ilusión. Sobre los like... no me gustan (chiste malo) pero acepto que es otra forma de comunicación. El simple hecho de que alguien te bloquee con la misma facilidad que entra en tu vida ahora me causa vértigo. Si te gusto como amiga, como persona: da un paseo conmigo, o me das un abrazo, como una que yo me sé porque me dará mucha alegría. Un beso.

      Eliminar