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martes, 9 de agosto de 2016

Cuidadora y un barrio por descubrir


Durante estos dos últimos meses he tenido días muy parecidos. Como si hubiera vivido dentro de una impresora. En realidad en 2014 fue el principio del cambio. Ya lo he contado alguna vez, pero sólo quien sabe lo que significa no dormir (por motivos ajenos) sabe lo que implica.

Comenzó una larga etapa de insomnio a la fuerza, una enfermedad que rondaba a un familiar y una ruptura sentimental. Oye, ya que nos ponemos, el lote completo ¿no?

Decidí que iba a coger el toro por los cuernos, y a mí no me hundía nadie ni nada. El ser humano es osado y valiente a veces de manera inconsciente. Así que me venga a mí la Aniston a llorarme por su tripa y unas fotos que le han enfurruñado que le saco la lengua.

Este tiempo a mí me ha servido para dos cosas:

CURA DE HUMILDAD

REDESCUBRIR MI ENTORNO






Una persona que necesita cuidados, te devuelve a tu sitio y coloca tus  prioridades en otro orden. Sea como sea el enfermo, o sea cual sea la relación que hayas tenido (buena, mala, regular o pésima) sabes que has de estar ahí. 

cuando se está AHÍ, se están las 24 horas, los siete días de la semana. Incluso cuando no estás. 

Dejas que el mundo gire y tu universo se reduce a otro quizás más pequeño pero que también logras que se expanda gracias a la creatividad: paseos nocturnos,ejercicio a horas que otros no lo practican, pérdida de peso sin necesidad de hacer dieta, encontrar sentido a conversaciones que no la tienen, luchar contra sentimientos todos los días. ¿Estoy enfadada? ¿Cansada? ¿Triste? ¿Tierna? ¿Satisfecha con mi papel?



Cuando un cuidador ejerce como tal y nadie le ha enseñado cómo hacerlo, se vuelca. Intenta hacerlo todo lo mejor posible y eso es además de imposible, estúpido. Por una razón, si tu salud se deteriora ¿a quién puedes cuidar/ayudar?

Y de repente descubres tu entorno, el barrio donde te has criado y que desde hace una década no merecía tu atención y sí tus enfados por ver cómo se había degradado. Y comienzas a pasear, a relacionarte con antiguos vecinos, y mantienes conversaciones sobre cualquier tema y te sientes reconfortada. Menos soberbia.

Ya no miras por encima del hombro a ese espacio que ha cambiado tanto. Por una razón: siguen quedando personas interesantes, buenas, a las que hace un tiempo ni las veías porque ibas a lo tuyo.

Hay quien necesita terapia intensiva. Que le eche un cable algún gurú de estos que pululan por YouTube (respetable) pero creo que la bendita realidad es la que te pone las cosas en sus sitio. 

Creo que por eso publiqué sobre Aniston (lo mío no es la prensa rosa rosae) porque representaba el lado más frívolo de esta vida, que si bien está llena de obstáculos, también de momentos duros que te hacen crecer y VER quién está a tu lado. No engaño a nadie: son los de siempre. Personitas maravillosas que a pesar de llevar su vida a cuestas, resulta que sacan tiempo para llamarte.

Al igual que a veces, volcamos nuestro AMOR, ENERGÍA y ESPERANZAS en una persona que nos parece hecha de buena pasta y no sale bien por la razón que sea, hay otras, con las que sabes que puedes contar sin problema. A cualquier hora. A las que no les molesta que su teléfono suene y seas tú.

¿El resto? Para mí no existen. Una lección bien aprendida: huir de personas a medio hacer. Que se acercan a tu vida para vivir a través de ti situaciones que no han tenido oportunidad de experimentar. 

Te sacan el jugo y luego, a la hora de la verdad, se esfuman. Y esta existencia es para ser capaz de afrontar las dos caras de la moneda. Si sólo te interesa el rosa, la risa, y que todo sea una balsa de aceite, elige otro planeta para vivir, en éste a los seres humanos nos pasan cosas y hay que afrontarlas.



El tiempo es breve, fugaz, si no valoramos cada minuto, o si no nos valoramos nosotros, palabra que nadie lo hará. Estar sola, es una expresión que se usa alegremente. Yo sé lo que es estar sola y sentirme ídem por elección propia. Y sé que soy mucho más fuerte que hace dos años.

En general, a nadie nos gusta los problemas, huimos de conflictos, pero la vida tiene preparadas sorpresas para todos. Más tarde o más temprano, todos tenemos que sortear situaciones complejas, es ley de vida y ahí es cuando se pone a prueba nuestro carácter. Fortaleza o debilidad del mismo.

Sólo sé una cosa, una sola: si algún día una persona ha de compartir mi vida, tendrá que haber vivido tanto buenos como malos momentos. Que sepa lo que significa un reto, la VIDA, y que por otro lado, no tema sonreír, disfrutar y dejarse llevar. 


Pero sobre todo: que me vea como una compañera de viaje. Porque en este trayecto, si no nos apoyamos mutuamente, mejor estar solos.

Me quiero mucho más que hace unos meses. Y creo que quiero mucho mejor, también.

Algo más: sé que puedo ser capaz de hacer más cosas de las que imaginaba. Seguro que tú también. No hay nada como una buena sobredosis de realidad para abrir más los ojos y abrazar a quien está ahí y decir adiós con serenidad a quienes sólo les interesó "El lado bueno de las cosas".

Un beso para todo el que ha sido,es o será, cuidador. Fuerza y sonrisas varias.



Joana Sánchez González

2 comentarios:

  1. ya sabes ... no dejes nunca de escribir, nunca.

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  2. Nunca Enrique. Ni de filmar, ni de fotografiar, ni de sonreír. Nunca. Un abrazo. ;)

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